Por favor, no me dejes hacerlo.
No dejes que vuelva a acostumbrarme a ti, a tu sonrisa, a ese olor que me vuelve loca, a verte aparecer todas las mañanas con las sábanas pegadas, la almohada y todo el juego de cama. No dejes que vuelva a acostumbrarme a tu mirada, esa en las que tanta veces me perdí. No dejes que su color marrón vuelva a ser mi color favorito. No dejes que vuelva a acostumbrarme a tu risa, a la sonrisa más perfecta que jamás haya visto, a esos labios que huelen a ti. No dejes que vuelva a acostumbrarme a tus brazos, a mi mano entrelazada con la tuya, a tu forma de desquiciarme. No dejes que vuelva a acostumbrarme a tenerte tras de mí, a esos abrazos por la espalda que tanto me gustan, a una llamada en la que de repente suene un te quiero. No dejes que vuelva a acostumbrarme a esas largas conversaciones y esas no tan conversaciones en las madrugadas de cada día. No dejes que vuelva a acostumbrarme a tu letra, a tu música, a tu forma de vestir. A tu pelo alborotado, a su olor tras la lluvia. No dejes que vuelva a acostumbrarme a tu adicción por el chocolate, a tu obsesión con Phineas & Ferb y a tu afición por los eventos culturales. No dejes que vuelva a acostumbrare al tacto de tu piel, a la forma en que se erizaba cuando algo te gustaba. No dejes que vuelva a acostumbrarme a tus besos, a los largos y a los cortos, a los secos y a los mojados, a los tiernos y a los salvajes, a los picantes y a los ingenuos, a los perfectos y a los aún mejor que perfectos. No dejes que vuelva a acostumbrarme a tu forma de reír, a la manera en que me mirabas, a lo que me hacías sentir.
No dejes que me acostumbre.
Quiero quererte,