Te juro que al verte sentí lo mismo que la última vez.
¿Qué? ¿Ganas de echar un polvo?
Si... y de tener una vida contigo.


viernes, 25 de febrero de 2011

Impotence.

A veces, la impotencia es tan grande.
Verlo, verlo hecho polvo. Que no sonría, que su rostro no esté sereno, que su entrecejo esté fruncido, que su hiperactividad no se contagie pues ni el mismo la tiene, que su felicidad sea efímera o que nunca llegue. QUE NO SEA ÉL.
Pero lo peor es no tener ni idea de como animarlo, no saber que hacer para que sonría, no poder dibujar un atisbo de luz en su cara, no tener ni idea de que podría mejorar su humor ni de que podría hacer para cambiar la situación.
A veces me gustaría tener un superpoder con el que controlar las emociones ajenas, hacer que todo el mundo se sienta pleno, completo y lleno. No vacíos, tristes ni melancólicos. Cambiar el me quiero morir, por la felicidad de vivir, la oscuridad de la noche, por la luz del día; las caras largas, por las caras anchas de tanto sonreír; el no, por el sí; el jamás, por el siempre; la preocupación excesiva, por la responsabilidad serena. Hacer que la gente disfrute viviendo, pues esa es nuestra simple función en este mundo: disfrutar.

Debo añadir que...
 soy pésima animando.

sábado, 19 de febrero de 2011

First time.

Se ríe. Se ríe mucho, de manera extraña en él, de un modo que nunca antes le había visto. En su cara, una amplia sonrisa se dibuja y sus ojos brillan con su risa. Una risa que he aprendido a amar.
- ¿De qué te ríes?
- De nada.
Pero sigue riendo. Sin motivo, sin razón. Pero sonríe, y está guapísimo.
- En serio, ¿de qué te ríes?
- Es una sensación extraña.
- ¿El que? ¿Qué pasa?
- Es la primera vez que me siento agusto con una persona al 100%. Es raro, y no sé que pensar.
Vulnerabilidad, otra vez. Y no se hace una idea de lo que acaba de desencadenar en mí, ni la más mínima idea de como me siento.
Y no sé que responder, que pueda equiparse a eso y que no suene cursi en comparación. Simplemente, no se me ocurre nada; y decido responderle con nuestro juego de mentiras claras.
- Bueno... intentaré que no te sientas más así.
- No, no es eso. Es que no estoy acostumbrado a sentir amor, es la primera vez que lo siento y es contigo. Y no me gusta.
Sé, perfectamente a lo que se refiere. No le gusta el hecho de depender de alguien, y menos en lo que se refiere a los sentimientos. Es un alma libre, que lucha por salir de aquí, ver mundo, viajar... no quiere nada que le ate, o le haga replantearse todo lo que siempre ha querido. Pero yo tengo la capacidad de trastocar todo su mundo, introduciéndome en él sin previo aviso. Queriéndole como sé que nunca he querido a nadie, y haciendo que él también me quiera.
- Ehh, gracias.
- Pero si es un piropo. Te he dicho que nunca antes había sentido amor, y que lo estoy sintiendo por primera vez contigo.
Y mi padre viene a recogerme en el coche, después de trabajar, después del instituto. ¿Por qué esta conversación no pudo darse en otro momento? Uno en el que nadie nos interrumpiese, uno en el que pudiese responderle algo con sentido, uno en el que la prisa no me incitase a no pensar. Y le doy un beso, un suave beso... pero ahora mismo deseo que los besos sean de todo, menos suaves.


Si pudiese responderle ahora mismo, le diría:
Si te sirve de consuelo, a mi me pasa lo mismo.

domingo, 6 de febrero de 2011

Charity.

Hemos caminado por media ciudad. Subido y bajado escalones, atravesado rampas a paso ligero, cruzado en rojo o simplemente sin mirar. Hemos ido más rápido de lo que vamos ahora, y también hemos aminorado el paso. No tenemos prisa, la mañana es toda nuestra.
Y ahora buscamos la sombra, porque tú la quieres. Yo llevo toda la mañana buscando el sol, como lo echaba de menos. Calentándome, rozándome la piel, haciéndome sudar con el simple hecho de moverme. Me das el vaso del helado del Mcdonald's que te acabas de terminar, y me cuelgas en el hombro la mochila. Quieres quitarte la chaqueta, tienes calor y quieres sombra.
Llegamos al final de las escaleras, y acabamos debajo del puente que hemos obviado pasar por encima.
-Te lo regalo- y señalas el vaso de helado que, vacío, ocupa mi mano.
Estamos ya en mitad del puente, bajo él. Te acercas a mi y sonríes como nunca antes te he visto hacerlo. De manera realmente inocente, ingenua, tierna. Abierto a lo que sientes, y por una vez, te muestras vulnerable. Me miras con esos ojos tuyos que ya me sé de memoria, atrayéndome más a ti. Coges mi cara entre tus manos, con dulces caricias, con simples gestos. Tus dedos recorren mis mejillas, y terminan en mi barbilla, sosteniéndola.
-Eres preciosa.
-Eres idiota.
-Ya.
Y me besas, y yo también te beso. Son los besos que me das últimamente. Besos salados, alegres, impregnados del amor que sientes. Besos lentos y torpes de quienes quieren por primera vez. Besos coquetos y simpáticos de niños asustados. Besos que llevan tatuada la palabra inseguridad, en negrita y en cursiva. Besos que dicen te quiero, sin tapujos y sin letra pequeña.


Besos, los mejores besos del mundo.

viernes, 4 de febrero de 2011

Rain.

-Ya no odio la lluvia.
-¿Y eso? - me mira sorprendido.
Estamos tumbados, acurrucados en mi cama, con una simple manta por encima. El invierno comienza realmente ahora, aunque llevemos casi dos meses en esta estación. Me acerco más a ti, me abrazo a tu torso sintiendo como tu pulso cardíaco aumenta y te beso en el primer sitio que encuentro, como hago cada vez que estoy mimosa. Todavía puedo acercarme más a ti, pero prefiero no hacerlo para poder perderme en tus ojos. Esos ojos tan bonitos que brillan, cuando no debieran, por una razón que desconozco. Y así seguimos en mi cama, con una simple manta por encima. Pero contigo a mi lado, no necesito más. Siempre estás calentito, eres mi estufita.
-Porque tú me has enseñado.
- ¿Yo? ¿Y como se enseña eso?
-Me has enseñado a no odiar la lluvia, con el simple hecho de ver tu expresión cuando llueve, por lo amplia que se vuelve tu sonrisa al ver las gotas caer, por el brillo que destilan tus ojos. Me has enseñado a no odiar la lluvia. Pero lo que es peor, me has enseñado a empezar a quererla.
- ¿Y es eso malo?
-No lo sé. Lo que sé es que eso rompe todos mis esquemas, todo lo que era, todo lo que sabía que era. Me reconstruyes y me haces a tu antojo, pero sin tener ni idea de ello. Y nadie había podido hacer eso conmigo. 



N a d i e.

martes, 1 de febrero de 2011

Black cat.

Y estiramos al máximo los 15 minutos que nos quedan antes de entrar a clase. Me hace un gesto, indicándome que me ruede hacia delante, y se sienta tras de mi. Abre sus piernas, haciéndome un hueco para que me apoye contra su pecho, pasa sus brazos alrededor mío y me abraza por detrás. Me encanta que haga eso. Pone música y me besa, continuamente, al despiste, me besa. En el pelo, en la oreja, en el cuello, en la mejilla.. Y cuando decido que quiero más, me giro y le beso en los labios. Dulce y sutilmente, con cariño, con delicadeza, con paciencia. Por primera vez en mucho tiempo, los besos no son bruscos e impregnados de un alto carácter sexual. Son besos tranquilos, sosegados, que saboreas incluso 6 horas después cuando decides ponerte a escribir sobre tu día. Son besos tiernos, acompañados de suspiros escondidos y de sonrisas no mostradas; pero están ahí, lo sabes e, internamente, lo notas. Son besos que expresan todo lo que no sé decir con palabras, lo que viniendo de mí es mucho decir. Son besos con los que quiero mostrarle que pase lo que pase, voy a estar siempre ahí; aunque lo nuestro no salga bien, aunque todo esto termine mal. Porque llegados a este punto sé que le quiero por encima de mi, y que su felicidad es mucho más importante que la mía. Porque son besos, besos con significado. Son besos...

y es amor.