-Ya no odio la lluvia.
-¿Y eso? - me mira sorprendido.
Estamos tumbados, acurrucados en mi cama, con una simple manta por encima. El invierno comienza realmente ahora, aunque llevemos casi dos meses en esta estación. Me acerco más a ti, me abrazo a tu torso sintiendo como tu pulso cardíaco aumenta y te beso en el primer sitio que encuentro, como hago cada vez que estoy mimosa. Todavía puedo acercarme más a ti, pero prefiero no hacerlo para poder perderme en tus ojos. Esos ojos tan bonitos que brillan, cuando no debieran, por una razón que desconozco. Y así seguimos en mi cama, con una simple manta por encima. Pero contigo a mi lado, no necesito más. Siempre estás calentito, eres mi estufita.
-Porque tú me has enseñado.
- ¿Yo? ¿Y como se enseña eso?
-Me has enseñado a no odiar la lluvia, con el simple hecho de ver tu expresión cuando llueve, por lo amplia que se vuelve tu sonrisa al ver las gotas caer, por el brillo que destilan tus ojos. Me has enseñado a no odiar la lluvia. Pero lo que es peor, me has enseñado a empezar a quererla.
- ¿Y es eso malo?
-No lo sé. Lo que sé es que eso rompe todos mis esquemas, todo lo que era, todo lo que sabía que era. Me reconstruyes y me haces a tu antojo, pero sin tener ni idea de ello. Y nadie había podido hacer eso conmigo.
N a d i e.
I love it :)
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