Te juro que al verte sentí lo mismo que la última vez.
¿Qué? ¿Ganas de echar un polvo?
Si... y de tener una vida contigo.


sábado, 14 de enero de 2012

M.


Sigo pensando en lo mío y lo mío no es otra cosa que él. En algún lugar comienza a sonar el inicio de una película. Dreamworks, Disney, Pixar… No se distinguir muy bien la música que las acompaña, pero estoy segura de que es una película de dibujos animados. "Sencilla, tierna y con final feliz. Así es como quiero mi vida. Y él vuelve a aparecer en mis pensamientos. Creo que él, solo, constituye un pensamiento que se alimenta, cobra vida y cada vez es más grande. Él, solo, no ha hecho nada, pero revoluciona todo mi interior. Hace que las películas mudas hablen, que la música clásica suene a heavy metal y que los libros carezcan de palabras" Y tú, sigues atascado en la puerta. La cantidad de miedos que te acompaña no te deja entrar, son demasiados numerosos. Sin embargo, tú ahora ya no permaneces dócil en la puerta. Guerreas contra ellos, enseñas los dientes como el feroz león que en algún rincón de tu alma anida, sueltas juramentos y tus manos, desesperadas, luchan por avanzar. Pero aún es pronto, los miedos tienen demasiado protagonismo en tu vida.
Aunque con ello lograste algo. Me giré. Quise verte por fin. O eso es lo que tú creías. La verdad es que yo ya te había visto desde mucho antes. Aparecías en mis más perfectos sueños. Eras quién siempre me ofrecía la mano cuando me caía, pero el primero que intentaba que mis caídas no aconteciesen. Eras el que me hacía sonreír, el que a carcajada limpia me hacía despertar de mis pesadillas, el que teñía de color la monocromía de los sueños, el que me hacía mantener largas conversaciones con mi subconsciente. Eras esa persona mucho antes de que tú creyeras que te había visto. Fuiste esa persona desde hacía tanto tiempo, que al verte en esa puerta, luchando contra tus males invisibles, no pude más que sonreír
Te sonreí y te sonrojaste. Probé una segunda vez y, a ésta, ya me devolviste la sonrisa


Fue entonces cuando supe que 
me enamoraría de ti. 

lunes, 9 de enero de 2012

People.


Hay personas que alteran tus ciclos alimenticios y no te importa en absoluto. Otros, sin embargo, alteran por completo tus días. Existen personas que entran sin ser llamadas y ese, sin duda, es de los mejores regalos que te podrían hacer. Por otro lado, están esas personas que te dan sorpresas un día entre semana o que se dedican a hacerte feliz con cada pequeño detalle. Hay otras personas que tienen miedo de algo a lo que no deberían temer, que cocinan a ciegas y que son dueños de una playa entera. Existen algunas otras personas que al sonreír hacen que los problemas desaparezcan y tus ganas de quererles se hagan proporcionales a la belleza que desprenden. También encontramos a ese tipo de persona que siempre tiene una historia que contar, con un nuevo giro, una nueva trama y un final alternativo para cada momento del día. Pero además existen personas que son adictivas, personas de las que no te quieres separar nunca y a las que pasarías abrazando durante mil lustros. A parte, existe otro grupo de personas que siempre está peinada aunque ellos crean que no, que con una mirada dicen todo y que corren para llegar a todas partes. Personas que moverían montañas por ti y que se pondrían entre una bala y tú. Hay personas que, sólo con tocarte, activan todos tus sentidos y llegan a crear uno nuevo, única y exclusivamente para esos momentos que juntos compartís. Por otro lado están esas personas que se pirran por el queso tierno, que tienen una insana adicción por los cereales de leche y que se comen los tarros de mermelada de dos en dos. También hay personas que quieren enseñarte a pescar y que, contradictoriamente, dejan peces en tu casa para que se los cuides durante un tiempo. Existen personas a las que, en poco tiempo, puedes llegar a querer con locura; incluso cuando interrumpen un beso para preguntarte de qué equipo eres.
Luego hay personas que aúnan todas y cada una de esas cualidades.


 Y a esas personas,
 merece la pena conservarlas.