Sigo pensando en lo
mío y lo mío no es otra cosa que él. En algún lugar comienza a sonar el inicio
de una película. Dreamworks, Disney, Pixar… No se distinguir muy bien la música
que las acompaña, pero estoy segura de que es una película de dibujos animados. "Sencilla, tierna y con final feliz. Así
es como quiero mi vida. Y él vuelve a aparecer en mis pensamientos. Creo que él,
solo, constituye un pensamiento que se alimenta, cobra vida y cada vez es más
grande. Él, solo, no ha hecho nada, pero revoluciona todo mi interior. Hace que
las películas mudas hablen, que la música clásica suene a heavy metal y que los
libros carezcan de palabras" Y tú, sigues atascado en la puerta. La
cantidad de miedos que te acompaña no te deja entrar, son demasiados numerosos.
Sin embargo, tú ahora ya no permaneces dócil en la puerta. Guerreas contra
ellos, enseñas los dientes como el feroz león que en algún rincón de tu alma
anida, sueltas juramentos y tus manos, desesperadas, luchan por avanzar. Pero
aún es pronto, los miedos tienen demasiado protagonismo en tu vida.
Aunque con ello
lograste algo. Me giré. Quise verte por fin. O eso es lo que tú creías. La
verdad es que yo ya te había visto desde mucho antes. Aparecías en mis más
perfectos sueños. Eras quién siempre me ofrecía la mano cuando me caía, pero el
primero que intentaba que mis caídas no aconteciesen. Eras el que me hacía
sonreír, el que a carcajada limpia me hacía despertar de mis pesadillas, el que
teñía de color la monocromía de los sueños, el que me hacía mantener largas
conversaciones con mi subconsciente. Eras esa persona mucho antes de que tú
creyeras que te había visto. Fuiste esa persona desde hacía tanto tiempo, que
al verte en esa puerta, luchando contra tus males invisibles, no pude más que
sonreír.
Te sonreí y te sonrojaste. Probé una segunda vez y, a ésta, ya me
devolviste la sonrisa.
Fue entonces cuando supe que
me enamoraría de ti.