Camino por la calle. Solo como tantas veces, como siempre. Mis pensamientos vagan fríos por el día de ayer, recordando los sentimientos sin placer, sin lujuria, sin amor. Te beso en mi mente de las mil formas posibles que conozco, y te abrazo para no soltarte nunca. Pero eso ya no me llena, no me satisface. Y me doy cuenta de que no eres tú a quién abrazo.
Y te veo en la otra acera. Veo que me miras, y rápidamente giras la cabeza, haciendo que miras un escaparate. Mi corazón late desbocado por un instante pero, al segundo siguiente, ya no late. Y espera, iluso, que algo suceda.
¡Salúdame!,
yo no pienso hacerlo.
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