No recuerdo de que color eran tus ojos, ni si eras bajita o más bien alta. Tampoco recuerdo como sonaba tu voz, ni lo estridente que podía llegar a ser tu risa. Quizás fueras hippie, snob o no te fueran esos rollos, y simplemente fueras diferente; pero eso yo no lo sé. Tal vez prefirieses los días soleados a los nublados, el té antes que el café o el baño frente a la ducha. Quizás te gustasen los pepinillos, las espinacas, los tomates o, posiblemente, odiases las verduras.
Quizás, tal vez, a lo mejor... no lo sé.
No lo sé porque nunca te tuve completa y conscientemente, y aun así te echo de menos.
Lo único que me queda escuchar de ti es que
soy tu viva imagen
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