Abandonamos las sábanas, nuestro tan acostumbrado refugio. Dejamos la cama deshecha, oliendo aún a nuestros juegos, a nuestras caricias, a mis labios sobre los tuyos, a los mordiscos y a nuestras lenguas. Abandonamos unas sábanas templadas, que antaño fueron ardientes, en las que cada esbozo de tu cuerpo quedará tatuado indeleble. Corro hacia el borde de nuestro paraíso tras un rastro de pasión y lujuria, e invento cualquier excusa para acercarme aún más a ti. Nos perdemos en continentes infinitos adonde nunca antes habíamos viajado. Dibujo sonrisas en tu piel y cultivo mandarinas en tu boca. Nos reinventamos continuamente y me devoras de las veinte mil formas que conoces. Mis poros gritan tu nombre, ansían tu cuerpo y luchan por tu alma. Mis dedos recorren tu pelo, se entrelazan en él y se funden en tus cabellos negros. Observo tus ojos marrones, más marrones de lo que yo pensaba en un principio, y me doy cuenta de que adoro e s t o.
Te quiero.
No digas yo también.
Quiero decirlo sólo yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario