Para bien o para mal, las cosas cambian.
Nos reinventamos continuamente, pensamos distinto que hace dos minutos, queremos cosas diferentes al cambiar las estaciones, las sábanas que antes arropaban ahora son ásperas, nuestros sueños mutan, nuestras esperanzas nos desesperan, el color de nuestros ojos se hace cada vez más triste, tus labios ya no saben igual. Tus palabras ya no me atraviesan, sólo chocan y rebotan; ya no me haces mal.
Pero, ¿por qué?
Te quiero, te quise, te querré. Como nunca, a nadie.
Pero siete palabras son suficientes, para tirar mi mundo abajo, para volver a romper mis esquemas.
El problema es que quiero estar contigo.
Y dos son, realmente, las causantes de todo.
El problema.
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